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sábado, 2 de octubre de 2010

Se siente la presión en el aire tajante y el aroma a sudor invade el lugar, el aire vibra al ritmo de un corazón roto y destrozado esparcido por el frio, árido y seco suelo de cristal, donde las lagrimas formas surcos y formas inconcebiblemente abstractas, melancólicas. Los  farfulleros sollozos despiden a la vida como flujo ínclito e insulso que se escurre de lo terrenal para convertirse en subnormal cual pintura de Dalí, genio de los artes en  el lienzo. Cada jáculo que penetra su carne insensible provoca una leve alteración en el ritmo de sus llantos que imploran por el fin, por más que el dolor aquí no exista, está en la naturaleza humana temerle al desgarro de tu piel. ¿Por qué? Tememos que el alma se disperse, aquello que nos mantiene vivos nos deje sumidos en la desesperación de sentirse vacio y inexorablemente no humanos, sentirnos deteriorados desde adentro sin poder parar. Sus cabellos negros como pinceladas lacias y secas rozan su piel de seda y porcelana manchada por la sangre color carmín, que al contraste muestra una belleza que vislumbra la perfección intrínseca de alguien como ella. Todo esto, está rodeado de cristal, deja pasar una luz que inflama las pupilas y refleja un iris incoloro y lacrimoso, sin expresión. Ella igual llora, llora porque está sola, llora porque esa es su obsesión, su misión, su poder. Ella llora mientras pierde vida, llora dentro de su cajita de cristal, y aun con los ojos cerrados nos permite ver detrás de los parpados que velan también un destello interior.
De pronto levanta la cabeza y esboza una sonrisa maniaca que hace evaporar las lágrimas. No caen mas lanzas del 'quien sabe donde', se detienen, hasta parece que su ser volviera en sí, el proceso se para y va hacia atrás, pero, sus carnes no sanan y la sangre no para de emanar de las profundas heridas. El corazón aun yace muerto, pero, palpita, si, así es, palpita con gran fuerza. Corrientes de aire vuelan los encajes en su pelo y ella extiende los brazos para recibir cual juglar su gran recompensa, la energía regresa y su recipiente quiebra el cuello hacia atrás sonriendo psicóticamente como si eso fuera lo que siempre ha esperado, y llorado por.
El viento se detiene. Nuestra anfitriona, u objeto de deseo solo esta tumbada en su silla con la cabeza hacia adelante y los cabellos colgando.
Súbitamente, se levanta y comienza a correr no sin antes tomar el corazón en sus manos, que sin darnos cuenta se ha vuelto a ensamblar como cubo coloreado que en seis movientes ha encajado. Es en segundos que la energía te llena y hace querer volar,  volar fuera de tu prisión, de tu caja de cristal. Atraviesa las paredes del fino material y cae en el vacío, cae por simplemente unos segundos, que en comparación con el infinito tiempo de prisión que ha dejado atrás, se sienten como el agua que refresca a un Zar en un día de verano en el desierto. Otra pared se rompe y ella siente el frio del impacto, una vez más, ha caído en prisión, sin darse cuenta solo ha cambiado de celda. Las lagrimas empiezan a salir otra vez, y ella torna la mirada a un lado y ve, su corazón, roto y destrozado esparcido por el frio, árido y seco suelo de cristal, se levanta desesperanzada y se sienta en una silla, llora. Las lagrimas formas surcos y formas inconcebiblemente abstractas, melancólicas. Se escucha una voz, un eco, y el sonido de una lanza surcar el aire. Miles de jáculos destrozan sus carnes y ella solo atina a sollozar por más de no sentir dolor alguno. La vida se le escapa una vez más, de su pecho sale su alma.
Y todo vuelve a empezar.


1 comentario:

Mizari dijo...

Las mejores entradas nunca tienen comentarios. Me encanta, y lo sabés.